miércoles, 15 de diciembre de 2010

Búsqueda. Encuentro. Permanencia.

Búsqueda. Encuentro. Permanencia.

Salmo 119: 10-16

Orando un domingo de ayuno, el Señor me puso a meditar sobre esta porción de Su Palabra.

La Búsqueda.

Yo te busco con todo el corazón;
no dejes que me desvíe de tus mandamientos.
(Salmo 119: 10)

El ser humano es tan gracioso que busca a Dios cuando ya no puede más, cuando sus fuerzas están casi agotadas y sus recursos son tan escasos que apenas puede sostenerse sobre sus rodillas. Que si tengo un examen muy bravo y “no sé nada”, comienzo a orar… que si las consecuencias de mis pecados se hacen visibles a muchos, busco al Señor para que me dé refugio… ante la muerte, ante la enfermedad, ante el dolor… allí, cuando las lágrimas ya no salen porque se nos agotaron… allí es cuando comienza nuestra búsqueda.

Y el Señor es tan hermoso que nos recibe con una palabra contundente:

Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” (Jeremías 33: 3)

“Clama a mi”… “y YO te responderé…”

No hay reproches de su parte… sino todo lo contrario encontramos: una promesa.

La respuesta de Dios a nuestra búsqueda.

El Encuentro.


En mi corazón atesoro tus dichos
para no pecar contra ti.
¡Bendito seas, Señor!
¡Enséñame tus decretos!
Con mis labios he proclamado
todos los juicios que has emitido.
Me regocijo en el camino de tus estatutos
más que en todas las riquezas
. (Salmo 119: 11-14. NVI)

Y la promesa en Jeremías se hace evidente en el encuentro y algo más… Dios mismo nos enseña el cómo acercarnos, el cómo hacer las cosas y además, nos muestra lo que Él hará en nuestra vida.

Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi Nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces YO oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” 2 Crónicas 7: 14

El Señor habla de pertenencia en este párrafo “mi pueblo, sobre el cual mi Nombre es invocado…

Lo interesante de esto es que el ser humano solo se humilla cuando finalmente cae sobre sus rodillas.

Orar, buscar el rostro de Dios y cambiar la mala conducta puede ser entendido como mérito propio para alcanzar el favor de Dios, pero en realidad no es así. Cuando caes, te levantas y si no puedes, pides ayuda y otro te levanta… a esto se refiere la Escritura cuando habla de “orar, buscar y cambiar”.

Aquí no hay mérito alguno de nuestra parte. ¿Lo habrá en lo siguiente? Veamos.

La Permanencia.


En tus preceptos medito,
y pongo mis ojos en tus sendas.
En tus decretos hallo mi deleite,
y jamás olvidaré tu Palabra.”
Salmo 119: 15-16

Y lo que hallamos en el camino del Señor lo expresa claramente el salmo 1.

Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;

Sino que en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.

Jesús mismo lo expresa cuando define con la claridad contundente de la Palabra de Dios al declarar:

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos. ” (Juan 10: 27-30 NVI)

¿Cuál es el premio por caminar (permanecer) en los caminos del Señor… la Vida Eterna.

¿Hay mérito aquí? Definitivamente SÍ… pero no es nuestro mérito, todo mérito, todo honor, toda gloria le pertenecen a Cristo, el Señor.

Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:

que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.” (Romanos 10: 8-11 NVI)

Búsqueda. Encuentro. Permanencia.

Todo comenzó un domingo de ayuno por la mañana.

¿Cómo será para ti?

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