jueves, 10 de julio de 2008

Es una prueba de Dios...

“El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy señor, ¿dónde está mi temor? Dice Jehová de los ejércitos a vosotros oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?” (Mal 1, 6).


He visto en muchas ocasiones que cristianos están pasando por momentos difíciles (un hijo o hija problemáticos, el esposo o la esposa con vicios y mañas del pasado, etc). Situaciones tenemos todos a diario, en ocasiones cuando más dura y exigente es la situación, el Señor es cuando más nos ayuda para soportarla. Los cristianos les llamamos tiempos de prueba, porque precisamente es cuando el Señor Dios nos enseña y nos adiestra para ser útiles cuando algún hermano esté pasando por situaciones similares.

Pero…

Hay situaciones que no son prueba, sino consecuencia de nuestra desobediencia. Es el mismo caso donde un padre le dice a su hijo “mijo, no meta la mano al fuego porque se va a quemar”… y el hijo va y la mete. ¿Qué sucede entonces? Seguramente se quemará. Entonces, hay situaciones donde no es otra cosa que las consecuencias de nuestro proceder alocado y desenfrenado. He visto a cristianos sufriendo las consecuencias de esa desobediencia a Dios y diciendo “esto no es más que una prueba del Señor”. ¿Cuál prueba?

“¿En qué hemos menospreciado tu nombre?”

Quizás haya quienes no concuerden con esta forma de pensar, lo sé… están aquellos que piensan que TODO viene de Dios… y claro, son los rastros de haber estado años “tragando entero” de la doctrina que les enseñaron y no son capaces de ver más allá de lo que les dijeron.

Todo lo que hacemos hoy tiene consecuencias, y sobre todo, son siembra de nuestras propias decisiones hacia el futuro.

Uno de los errores más grandes (y más comunes) es precisamente éste: pensar que tal o cual situación difícil y dura es una prueba del Señor cuando en realidad no es otra cosa que la pura consecuencia de nuestras decisiones equivocadas… es decir, decisiones tomadas fuera de la orientación del Padre Celestial.

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